Las corralas luchan por el derecho a un techo digno

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Andrés Clemente pidió un deseo a la joven disfrazada de hada que encontró el pasado 18 de julio al paso de la manifestación por la calle Larios de Málaga. «Quiero una casa», dijo este hombre,  uno de los cuarenta ocupantes de la corrala Buenaventura tratando de esbozar una sonrisa.

Sujetaba uno de los extremos de una larga pancarta que rezaba  «Por un alquiler social para las corralas de Málaga».

Ese mismo día el Ayuntamiento malagueño había cortado el suministro de agua en la corrala Buenaventura, a las ocho de la mañana: «Los niños se despertaron llorando con los ruidos de las máquinas, no nos dio tiempo ni a lavarnos la cara»,  contaron algunos de los ocupantes de esta corrala en la que viven trece familias, más de una decena de niños, y que será desalojada el próximo 3 de octubre, según una resolución judicial.

El agua les fue restablecida debido a la presión de los realojados, que acamparon frente al Consistorio, pero una semana más tarde cortaron  la luz.  También les fue devuelto el suministro debido a las protestas. Sin embargo, de nuevo les han amenazado con interrumpirla y claman otra vez  frente al Ayuntamiento.

Todo esto ocurre después de que el  Consistorio se comprometiese el pasado día 3 de junio en un pleno a poner a disposición de las familias  de las corralas“ todos los recursos sociales y de viviendas disponibles” así como “asesorar, mediar y acompañar a estas familias en la búsqueda de la mejor solución para su situación, como la cesión de uso de las viviendas, el pago de un alquiler social y otras soluciones posibles”.

Las personas que deciden ocupar edificios vacíos, y España es uno de los que más tiene de Europa, están en situación de emergencia social. Muchos llevan años esperando que les concedan una casa de segunda ocupación. Son desahuciados, desempleados, gente necesitada que reclaman el derecho a un techo digno.

En una entrevista este domingo en El País, la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Ada Colau, considera que es completamente legítima la ocupación de casas vacías.

«Me vi en la calle el 1 de mayo porque mi padre es alcohólico y dormí durante meses en una hamaca en el garaje de un amigo. Ahora vivo en el semisótano de la corrala Buenaventura, infestado de mosquitos», cuenta Andrés Clemente.

Lidia Nieto, de la corrala «Las luchadoras», donde viven nueve madres solteras y otros tantos hijos, afirma que están luchando por el futuro de ellos. De los ocupantes de las corralas hablo en la nota que escribí para IPS  http://www.ipsnoticias.net/2013/07/espana-y-las-comunidades-del-techo-digno.

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