El delito de ser pobres 1

María, Ángela y Estela en el Palacio de Justicia

María, Ángela y Estela en el Palacio de Justicia de Málaga

María Blanco, de 34 años, y Ángela Amaya, de 48, dicen que sólo quieren vivir tranquilas y tener un techo en el que cobijarse.  El miércoles 27 de enero las dos acudieron a un juicio en el Palacio de Justicia de Málaga en el que se las acusaba de usurpación. Desde hace tres años, las dos habitan en un edificio vacío perteneciente a la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb) y bautizado como Corrala La Suerte.  Actualmente viven en el edificio, en el distrito malagueño de Bailén, siete familias necesitadas con una decena de niños.

«Tengo mucho miedo de lo que vaya a pasar», decía antes de entrar en la sala María, que vive con su padre de 70 años y enfermo del corazón en uno de los pisos bajos de la corrala, en la Plaza Cristóbal de la Cueva.

La fiscalía y la acusación particular, en representación de la Sareb, pedían para cada una de ellas cuatro meses de multa a razón de 6 euros diarios, lo que supone un pago de 720 euros.

Las defensas solicitaban la absolución al considerar que no hubo delito.

Finalmente y tras aplazarse dos veces la vista oral, el juzgado ha condenado a María, Ángela y a Susana -esta última sale esta semana de prisión-, al pago de una multa de 270 euros fraccionado en tres meses y al desalojo de la vivienda. Sucede que María y Ángela se encontraban en la casa ocupada por Susana en el momento en el que la policía llegó a la corrala en mayo de 2013, y al referirse la sentencia al desalojo de esta vivienda en concreto nada impide que por el momento puedan continuar en la suyas.

«Queremos un alquiler social. Los niños tienen derecho a tener una vivienda digna. No podemos estar en la calle», clama Ángela, madre de dos varones de 16 y 11 años. Procedente de Córdoba, Ángela cobra una pensión no contributiva de 325 euros y se gana la vida «vendiendo bragas y calcetines». Con una prótesis en la cadera y enferma del corazón, antes de ocupar La Suerte estuvo durmiendo con sus hijos en un coche cargado de sábanas y mantas. Hace ya cinco años que solicitó una vivienda de protección oficial. 

María, también dedicada a la venta ambulante, dormía donde podía antes de vivir en la corrala. «A veces me podía pagar una pensión, otras veces no», dice. Su hermana Antonia vive también en La Suerte con sus cuatro hijos de 15,9, 13 y 4 años.

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Activistas que defienden el derecho a la vivienda convocaron una concentración frente al Palacio de Justicia para apoyar a las familias de la corrala La Suerte

«Todas las casas de la Sareb deberían dedicarse a vivienda social», reivindica Estela Campoy, quien se refiere a la obra social de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y a la necesidad de impulsar su iniciativa La Sareb es nuestra. Estela, que acompañó a María y a Ángela al juicio, estuvo ocupando una casa en un bloque se seis viviendas llamada Corrala La Isla, en la zona de Huelín. Estela reclama la pronta «solución de las urgencias sociales» y denuncia la «especulación con las viviendas». 

María recuerda que sólo llevaban cuatro días ocupando las viviendas del edificio, que permaneció vacío durante ocho años, cuando la policía llegó -ellas se alumbraban entonces con unas velas-, las identificó y llevó al calabozo donde estuvieron retenidas varias horas hasta bien entrada la madrugada.

«Su único delito es ser pobres», afirma el abogado de María, Martín Eliseo.

Susana, la tercera mujer acusada, compareció en el juicio esposada. María cuenta que su vecina lleva en prisión dos años por delitos menores como el impago de multas. Alta y con melena negra y rizada, termina esta semana de purgar la pena. Su madre la miraba, sentada a mi lado, durante la sesión. Cuando el juez terminó de leer la sentencia para las tres mujeres y ordenó que el público desalojara la sala, Susana se levantó y pidió: «Con permiso, señoría: ¿podría darle un beso a mi madre?»

«Ahora lo organizamos», respondió el juez, y la madre salió justo delante de mí con los ojos aguados.

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El abogado de María, Martín Esteban, junto a María, Ángela y Estela, a su salida del juicio.

 

 

 

 

One comment on “El delito de ser pobres

  1. Reply Sireno Ene 28,2016 7:10 pm

    «Calcetines y bragas» o «Maracas y cunas». Que la suerte nos ocupe, ahora lo organizamos. Único anagrama de PERIODISMO, DESOPRIMIÓ: las mismas diez letras.

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