Unidos contra el amianto

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«Me he comprometido con esto y no se puede parar. «La gente no tiene apenas conocimiento sobre el peligro del amianto«. Quien lo cuenta es Jose Antonio Martínez, presidente de la Asociación de Víctimas del Amianto (AVIDA) de Málaga. Trabajador en activo en una empresa ferroviaria, dice que tuvo contacto durante años con este mineral cuyas fibras se acumulan en el organismo y causan graves enfermedades que tardan en manifestarse entre quince y cuarenta años.

«Nadie sabía lo que era el amianto. Se jugaba con él. Se hacían bolitas con las manos. Te lo quitabas de la boca y el pelo», recuerda Martínez, quien advierte de que sólo en Málaga han muerto más de diez personas por enfermedades laborales provocadas por este mineral letal.

AVIDA Málaga forma parte de la Federación de Asociaciones de Víctimas y Colectivos del Amianto que representa en España a miles de afectados, miles de personas que tuvieron contacto en su lugar de trabajo con las fibras de este material aislante e incombustible muy empleado en la construcción hasta el año 2002 y que provoca enfermedades como el mesotelioma pleural, cáncer de pulmón y asbestosis. 

Francisco Padilla, cordobés de 52 años y trabajador desde los 18 años en una empresa ferroviaria, sano y no fumador, sintió un pequeño ahogo el 6 de mayo de 2014 cuando hacía el trayecto hacia el taller en bicicleta, como todos los días. Le diagnosticaron un mesotelioma maligno. En una complicada operación, el 6 de octubre del año pasado le extirparon el pulmón izquierdo, la pleura y parte del diafragma.

Dice que se siente afortunado de estar vivo, aunque lamenta que le hayan detectado nódulos en el pulmón derecho.

Su mujer, Pepi Reyes, dice que los compañeros de trabajo de Padilla «se han asustado mucho» cuando han visto lo que le ha pasado a su marido. A ella misma el médico le ha recomendado que se haga análisis porque tuvo contacto con la ropa de trabajo de él y pudo inhalar también las fibras letales.

A Padilla se le ha reconocido su dolencia como enfermedad profesional, pero no siempre ocurre así y es ahí donde comienza el drama terrible de trabajadores que, además de enfrentarse a su cáncer, tienen que luchar con la Seguridad Social, pidiendo el carácter laboral de su dolencia para tener más prestaciones y yendo al juzgado a pedir indemnizaciones.

«Mi padre se asfixiaba estando sentado. Tenía afectados los dos pulmones. Tuvieron que drenarle cinco litros de líquido», cuenta Anabel González, hija de Francisco González, que murió en 2005 a los 55 años de un mesotelioma pleural maligno.  Pasó sólo un año desde el diagnóstico hasta su fallecimiento. Soldador y chapista en una empresa de Málaga, le jubilaron en principio por enfermedad común.

La lucha de su mujer y su hija Anabel y familia, logró que cinco años después de su muerte se les diese la razón y reconociesen sus derechos a pensión y a una indemnización.

«Es tanto el dolor que queda. Y no sólo porque ya no esté con nosotros, sino porque no te ayudan. Le tomaron por loco«, dice Anabel recordando los juicios tras la muerte de su padre en los que los abogados de la empresa llegaron a achacar su fallecimiento a otros motivos como el tabaco -era fumador ocasional- o un accidente laboral.

Las asociaciones de víctimas están informando y ayudando a los damnificados del amianto. Cada día. El activista Francisco Puche, de la Plataforma Málaga Amianto Cero, contó que una mujer le llamó esta semana para contarle que su padre, de 59 años, se hizo una revisión protocolaria y le diagnosticaron un mesotelioma maligno. Estando en perfecto estado y sin sentir síntoma alguno. Trabajaba de fontanero en el ayuntamiento malagueño de Periana y cortaba los tubos con una radial, tragándose el polvo del amianto.

Pero el amianto, del latín “amiantus: incorruptible” o del griego “asbesto: incombustible” no sólo perjudica los trabajadores que estuvieron expuestos a su veneno, sino que supone un riesgo para todos ya que está presente en edificios, tuberías y depósitos de agua entre otros. El peligro está en la manipulación o deterioro de construcciones que contienen amianto ya que las fibras microscópicas  de este mineral se vierten al aire contaminándolo.

En Málaga, muchas empresas han manejado amianto, desde compañías de minería en Mijas, hasta la ferroviaria Renfe, y almacenes de Uralita a Parcemasa, que se encarga de fabricar lápidas. 

Mientras los trabajadores de las empresas de desamiantado van armados hoy con monos y escafandras desmontando tejados de uralita, los empleados de muchas empresas españolas que estuvieron expuestos al amianto trabajaron sin protección alguna, en contacto directo con el material que en muchas ocasiones supone su condena de muerte. 

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Cortesía de la Plataforma Málaga Amianto Cero

La utilización de amianto se prohibió en España en 2002 aunque personas consultadas que trabajaron en empresas que usaron amianto se quejan de que su toxicidad era ya conocida previamente y no se tomaron en las empresas las precauciones debidas.

«El otro día se murió un compañero mío que estaba ya jubilado, de mesotelioma», dijo el presidente de Avida Málaga antes de despedirse.  En la asociación Avida Málaga son ya casi 200 socios. Le veo alejarse. Es corpulento, fuerte, aficionado a las motos. Comienzo a caminar en dirección contraria hacia una plaza. En muchos de sus tejados hay depósitos de agua hechos con amianto y placas onduladas de uralita (amianto-cemento).

Por culpa del amianto una gran cicatriz recorre el costado izquierdo de Francisco Padilla, recordándole que le han vaciado por dentro de varios órganos. Anabel González cuenta el dolor de su madre, Ana, desde que su padre murió»Está muy mal. No levantará cabeza ni la levantará»,  se lamenta.

 

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