La mirada 1

 

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Esa mirada. La del sobreviviente arrebujado en una manta roja en la cubierta del barco junto a sus compañeros de viaje. Ellos allí: entumecidos y cansados. Rescatados cuando se jugaban la vida en un bote que se paró en medio del mar. Veintitrés hombres. El 15 de enero. Yo, a unos metros de distancia, apostada tras una valla amarilla junto a fotógrafos y periodistas que disparan flashes.

Los voluntarios y miembros de la Cruz Roja les atienden en un primer momento en una carpa montada en el puerto a falta de instalaciones más dignas. La policía. Ambulancias. Como una obra de teatro: un drama que se repite demasiadas veces. Cuando empiezan a desembarcar algunos caminan descalzos.

Nunca había presenciado cómo llegaba al Puerto uno de estos barcos de Salvamento después de haber hecho un rescate en el Estrecho. En este caso, un buque de carga dio la voz de alerta y permaneció junto a la patera hasta que llegó la embarcación que los trasladó a Málaga.

Cuando llegaron era de noche. Alrededor de las ocho y media.  La oscuridad se quebraba con las luces de las farolas, otros barcos y la noria que giraba en el muelle. Los rescatados no hablaban en la cubierta. Bullían en ellos, supongo, los sentimientos entremezclados de alegría, tristeza e incertidumbre.

Aún en la cubierta, antes de desembarcar, uno de ellos miraba fijamente hacia las cámaras.  Desprovisto de todo. Por equipaje, una manta. Pero vivo, a salvo.  Esencialmente más vivo, pensé, que los que en tierra firme éramos testigos de su llegada y tratábamos de atrapar su mejor imagen como fantasmas que vomitan flashes.

«Con ver una de estas llegadas las has visto todas», me había dicho poco antes uno de los fotógrafos al contarle que por primera vez había querido presenciar esa noche cómo se les recibía.

Veintitrés hombres. Cada uno, una historia con anhelos,  con familiares preocupados que quedaron atrás sin saber si vivirían o no, pendientes de una llamada. Con ver una no las has visto todas. Ojalá no tuviéramos que ver ninguna porque eso significaría que habría vías seguras, otras políticas migratorias, para que personas que quieren emigrar pudieran hacerlo sin tener que jugarse la vida en embarcaciones frágiles y ser víctimas de engaños.

¿Todas las llegadas son iguales? ¿Y los que no llegan nunca? En cada patera que se hace mar desde cualquier punto de África hay hombres, mujeres y niños diferentes que viven una auténtica pesadilla, que tienen familiares que sufren mucho hasta saber que llegaron a las costas españolas o fueron rescatados.

Cada una de las personas que arriesga su vida en esas embarcaciones para tratar de llegar a España es única y se merece unas condiciones de acogida dignas cuando llega al Puerto, una atención humanitaria.

Yo también empecé a hacer fotos cuando la barca se iba acercando. Y después cuando atracó. Hasta que a través de la lente me encontré con esa mirada fija, con esos ojos grandes. Entonces bajé la cámara.

Los 23 inmigrantes fueron trasladados desde Málaga al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Algeciras.

 

 

 

One comment on “La mirada

  1. Reply Manuel Ene 23,2017 11:37 am

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    Pecio de RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO

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