Prohibido escribir

Concentración en solidaridad con los tres acusados de resistencia a la autoridad por oponerse al desahucio de corrala Buenaventura

 

«No se pueden tomar notas. La señora de la libreta, fuera de la sala», espetó la jueza a la periodista armada hasta los dientes desde una esquina con un pequeño block rojo y un bolígrafo azul recién sacados del bolso. «Todos fuera de la sala y que vengan dos guardia civiles», agregó la letrada antes de invitar a abandonar la vista junto a la periodista a ocho o nueve personas asistentes hoy al juicio en supuesta audiencia pública contra tres activistas que se opusieron al desahucio de la corrala Buenaventura el 3 de octubre de 2013.

Minutos después se permitió  de nuevo la entrada en la sala al público, pero no a la prensa. Dos compañeros de radio y agencia se quejaron ante el juez decano. La «señora» periodista entró de nuevo, pero ya con su arma oculta dentro del bolso, para no dar tanto miedo, y poder estar presente en la vista. 

En el Palacio de Justicia de Málaga donde tenía lugar el juicio se concentraron desde temprano una veintena de personas en solidaridad con los tres acusados. Portaban pancartas en las que se leían frases como «Stop desahucios. Stop represión» o «Tu mordaza no silencia nuestra lucha» y se coreaban lemas como «Gente sin casa, casas sin gente».

concentración en solidaridad con los tres activistas acusados por resistencia al desahucio de la corrala Buenaventura

 

Al comienzo del juicio la juez dijo en tono airado: «Aquí el debate lo dirijo yo. No voy a permitir soflamas políticas. Me dirijo al público cuando digo esto». Y fue acto seguido cuando arremetió contra la libreta y el bolígrafo de la periodista que ahora escribe teclea estas líneas. Y lo malo no fue arremeter sino la forma en la que lo hizo. De mala manera. 

«No me arrepiento de lo que hice. Lo haría mil veces más», declaró durante el juicio José Cosín, abogado y uno de los acusados de desobediencia civil tras permanecer más de dos horas subido al tejado del edificio de la Corrala Buenaventura junto a otras tres personas, delito por el que el fiscal pide nueve meses de cárcel y la defensa la libre absolución.

Los tres acusados, José, Rafael y Enrique, alegaron durante la vista que fue el miedo a la policía lo que les llevó a encaramarse en el tejado del edificio debido a que, según sus declaraciones, las fuerzas del orden emplearon violencia en el desalojo, que se produjo a las siete y media de la mañana y que afectó a trece familias, incluidos algunos niños.

Uno de los policías que entró en el edificio esa mañana negó este jueves rotundamente que se emplease violencia alguna en contra de los ocupantes, alguno de los cuales han presentado denuncias por lesiones.

Los imputados argumentaron que no accedieron a bajar del tejado ante la petición de la Policía ni los Bomberos porque no consideraron que fuera seguro después de que lloviznara durante un rato. Sin embargo, el jefe de operativo de los Bomberos declaró que el dispositivo que montaron para facilitar la bajada era bastante seguro y que los acusados se negaron a descender una vez estuvo preparado para ello.

Estuve allí el 3 de octubre de 2013, el día del desalojo. Cortaron varias calles alrededor del edificio con furgones negros de la policía y los agentes hacían de barreras humanas para impedir que pasara la gente. Las personas desalojadas miraban desde abajo a los cuatro activistas encaramados en el tejado durante varias horas a lo largo de la mañana.

Muchas de las familias no sabían donde dormirían aquella noche. Como Catalina González y sus dos hijos pequeños, uno de los cuales le tiene miedo a la policía, según me contaba su madre, porque recuerda que le «quitó su casa».

¿Quién sabe la suerte que corrieron todas y cada una de las trece familias desalojadas de la corrala Buenaventura?  Si fueron o no suficientes las ayudas que les ofrecieron las autoridades.

Uno de los imputados, Rafael, declaró durante el juicio que no se dio solución definitiva a esas familias desalojadas que aún hoy siguen sin casa, sin trabajo o con ocupaciones esporádicas, mientras el edificio del que se les echó permanece aún vacío.

Estuvo prohibido escribir en el juicio contra los tres imputados. ¿ Por qué?.

Quedó visto para sentencia.

 

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