Voces de África

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(de izquierda a derecha) Las mujeres nigerianas Tina  Akrasubi, Glory Osamuyi, Christiana Nwokejy, la española casada con un nigeriano Sofía Ramos y el nigeriano Edmund Okeke.

Tina Akrasubi y Glory Osamuyi viven en España hace trece años.  Las dos dejaron juntas Benin para buscar una vida mejor en Europa. Viajaron en coche de Benin a Mali. De allí partieron caminando  hasta Marruecos para después pasar a Ceuta.  Christiana Nwokejy es presidenta de la Unión de Mujeres Nigerianas en el barrio de la Palma Palmilla en Málaga. Sofía Ramos es española pero forma parte de la Unión de Mujeres Nigerianas porque está casada con un ciudadano de este país que llegó  a España en patera hace ya una década y con el que tiene dos hijos de 5 y 2 años. Edmund Okeke es periodista y presidente de la Asociación de Inmigrantes de la Palma Palmilla. El esposo de Christiana Nwokejy, Anselm, es fundador de la revista magazine Voz Afric que pretende recoger información relevante sobre los africanos en la diáspora.

Las voces de todos ellos, voces de África en Málaga, hablan de tristeza y rabia hacia la tragedia de Ceuta del 6 de febrero, cuando 15 inmigrantes subsaharianos murieron ahogados tratando de alcanzar las costas españolas entre disparos de balas de goma y gases de las autoridades fronterizas. La ONG Caminando Fronteras dio a conocer este jueves 13 un informe en el que pone de manifiesto el impacto de  las pelotas de caucho en los cadáveres y recoge testimonios de los sobrevivientes que resultaron lesionados.

«Se les trató como animales, no como a seres humanos», lamentó Okeke, quien reconoció que ha derramado muchas lágrimas viendo las imágenes que mostraban en televisión a los sobrevivientes nadando hacia la playa del Tarajal donde les esperaban las autoridades fronterizas para devolverles inmediatamente a Marruecos.

Gora e Ivette, de Senegal y Costa de Marfil.

Ivette Edere, de Costa de Marfil, y Gora Nidiake, de Senegal, en Marbella (Málaga)

Gora, de 28 años,  no sabe nadar, pero pagó 500 euros y en el año 2006 se embarcó en una patera que lo llevó desde Dakar hasta Hoya Fría, en la isla canaria de Tenerife. Junto con él viajaba 45 personas, todos hombres jóvenes con el único deseo de buscar una vida mejor.  Gora no le dijo nada a su familia hasta que llegó a España. Pasó una semana en la embarcación «sin garantía se salir vivo» con mucho «miedo y frío», según cuenta en buen español.

Ivette es de Costa de Marfil. Llegó con visado a España, pero su vida no ha sido fácil. La Ley de Extranjería exige duros requisitos a los inmigrantes para otorgarles la residencia y su renovación. Ivette ha obtenido la nacionalidad española pero ahora ha partido hacia Alemania para reunirse con su hija. «He tenido que luchar muy duro para poder obtener la residencia y mandar todos los meses dinero a mi madre y hermanos», narra.

Gerardo Cova, que trabajó en  el Centro de Información de Trabajos Extranjeros en Marbella , compartió testimonios escalofriantes de inmigrantes que cruzaron el desierto africano para llegar a España y hablan de los cadáveres que vieron a su paso de personas que como ellos caminaban en busca de la vida.

 

 

 

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